José
Manzaneda, coordinador de Cubainformación.- Tras las recientes elecciones de
Venezuela, 8 personas partidarias del candidato chavista Nicolás Maduro fueron
asesinadas –6 por armas de fuego, dos arrolladas por un camión- a manos de
partidarios del opositor Henrique Capriles, quien no reconoce su derrota
electoral (1).
Estos 8 asesinatos de militantes de izquierda –es
decir, todos pertenecientes a una de las partes- han sido, sin embargo,
presentados por los medios internacionales como producto del “enfrentamiento”
entre bolivarianos y opositores. Esto decía Telecinco (canal privado español):
“Los enfrentamientos entre seguidores del oficialismo y la oposicion, tras los
resultados electorales, han provocado 61 heridos y hay más de un centenar de
detenidos” (2).
Algunos medios, incluso, llegaban a presentar a
Capriles como un supuesto “pacificador”, al haber desconvocado una marcha de
protesta. La periodista Arantxi Padilla, de Euskal Telebista (televisión pública
vasca), nos decía lo siguiente: “La Fiscal General Luisa Ortega ha confirmado
que hay ya 7 muertos, 61 heridos y 135 detenidos por enfrentamientos
postelectorales. Es por ello que muchos piensan que la decisión de Capriles de
suspender esta marcha ha sido sensata, porque esto ha provocado que las aguas se
hayan calmado bastante” (3). En Antena 3 (canal privado español) informaba así:
“El opositor Henrique Capriles ha anulado la marcha de protesta prevista para
hoy, tras la muerte de al menos 7 personas por enfrentamientos políticos”
(4).
Los medios han disfrazado con el eufemismo de
“enfrentamientos postelectorales” toda una estrategia de terror antichavista.
Además de los 8 muertos, 61 personas resultaron heridas, a una de las cuales se
intentó quemar viva (5); 12 Centros de Diagnóstico Integral (ambulatorios
médicos) fueron incendiados, y pacientes y personal cooperante cubano agredidos
físicamente; se produjeron ataques a supermercados estatales de la Misión
Mercal, que distribuyen alimentos a precios populares, así como a viviendas de
la Gran Misión Vivienda, cedidas por el Estado a familias sin recursos, y a
sedes de empresas públicas como
PDVSA y Conatel; cinco medios comunitarios
fueron parcialmente destruidos, y asediados los canales de televisión Telesur y
Venezolana de Televisión; viviendas de concejales, vehículos oficiales y varias
sedes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) fueron incendiadas, y
tiroteadas varias casas de gobierno; y políticos, artistas y periodistas de
izquierda sufrieron acosos, insultos, amenazas y agresiones
físicas.
Sin embargo, los grandes
diarios internacionales –que han silenciado todos estos hechos- reiteran la
tesis del país polarizado, fracturado en dos partes (6). Una tesis que jamás
aplican a otros escenarios electorales con resultados también ajustados. Basta
recordar el margen del 1 % con el que José María Aznar ganó en España en 1996
(7); o el 2 % de diferencia entre Obama y Romney en las últimas elecciones de
2012 (8).
El ejemplo de las
elecciones mexicanas de 2006, en las que la diferencia entre Felipe Calderón y
Manuel López Obrador fue del 0,58 %, 3 veces inferior a la de las recientes
elecciones en Venezuela, es ejemplo del doble rasero de los medios. Recordemos
un editorial del diario español El País que calificaba como "un gesto peligroso
en un país donde la violencia está a la orden del día" las protestas del
candidato mexicano de izquierda López Obrador ante las numerosas pruebas de
fraude (9). En el actual caso de Venezuela, sin embargo, el diario hace una
abierta apología de las denuncias y movilizaciones de la oposición derechista
(10).
El opositor Henrique Capriles no acepta los
resultados en los que salió derrotado por un margen del 1,59 %, a pesar de que
el sistema venezolano –calificado como uno de los más fiables del mundo por el
Centro Carter- incluye por ley 14 auditorías (11). Una de ellas ya abarcó el 54
% de todas las máquinas de votación, con técnicos y testigos de todos los
partidos políticos. Ahora el Consejo Nacional Electoral ha aprobado realizar el
46 % restante (12).
El proceso fue monitoreado por 170 acompañantes
internacionales, entre ellos las misiones de la Unión
de Naciones Suramericanas (Unasur), el Mercado Común del Sur (Mercosur), la
Unión Interamericana de Organismos Electorales (Uniore) y el Centro Carter de
EEUU (13). Una representación del
Congreso español, compuesto por todas las fuerzas políticas, aprobó un texto en
el que señala que “el resultado
electoral es fiable”, y que éste “debe ser el que emane del Consejo Nacional
Electoral” (14).
Uno de los rectores de
este Consejo Nacional Electoral (CNE), Vicente Díaz, opositor al chavismo, afirmó que el
proceso "fue limpio" y que no tenía dudas "del resultado (...) porque (el
sistema de votación) ha sido auditado, certificado y revisado en presencia de
los testigos" (15).
Pero la violencia no solo
ha sido alentada por los políticos de la oposición, sino fundamentalmente por
los medios de comunicación del país, un 80 % en manos opositoras (16).
Un mensaje en las redes
sociales del periodista Nelson Bocaranda acusaba a médicos cooperantes cubanos
en Maracaibo de esconder urnas electorales (17). Poco después, comenzaban
ataques simultáneos contra al menos 12 centros médicos donde atienden
cooperantes de la solidaridad cubana. Recordemos que uno de los mensajes de la
campaña de Capriles fue la supuesta “injerencia” de Cuba en el
país.
Varios diarios publicaban
las fotografías de funcionarios quemando papeletas electorales, presentándolas
como prueba del supuesto “fraude”. Horas después, el Gobierno aclaraba que
correspondían a la destrucción legal de material tras las elecciones del año
2007 (18).
Henrique Capriles
anunciaba en rueda de prensa que poseía numerosas pruebas del “fraude”. Una de
ellas era que en un centro electoral de Trujillo se habían contabilizado más
votos que electores. El Gobierno aclaró la trampa de Capriles: había eliminado
de su contabilidad una de las dos mesas de dicho centro electoral (19). Pero los
grandes medios privados venezolanos no informaron de estas
aclaraciones.
El papel de instigación de la ola de terror por parte
de Henrique Capriles y la dirección de los medios venezolanos representaría, en
otros países del mundo, un delito duramente penado. ¿Se hará justicia en
Venezuela con las familias de las 8 personas asesinadas? ¿O la Justicia
venezolana se arrugará ante la presión mediática?
Además,
recomendamos la publicación de estos videos recientes de Cubainformación
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